sábado, 13 de octubre de 2012

propedeutico 2012

quiero contra mi experiencia en el seminario  diocesano nuestra señora en el curso propedeutico donde se empisa a cursar el estudio para ser sacerdotes estos son mis compañeros de este año:

  1. Sergio  Alzate
  2. Santiago Montoya
  3. Martin Ciro
  4. Diego Silva 
  5. Edwin Valencia
  6. Fabian Bolaño
  7. Ricardo Muños
  8. Yeison  Ceballo 
  9. Edison Gallego
  10. Jeison Yarce
  11. Yoni Garcia
  12. Fausto Cardona
  13. German Rodrigues 
  14. Andres Castaño
  15. Juan Pablo Cano
  16. Daniel Fernandez
  17. Uriel Gonzalez
  18. Anderson Guevara
  19. Armando Garcia
  20. Jesus Alvarez
  21. Herri Cardona
  22. Ricardo Grajales 
  23. Freydi Lopez
  24. Jairo Ramos
  25. Daniel Ocampo
  26. Jaime Cardenas
  27. Jhoan Vergara
  28. Ever Quintero
  29. Victor Jarramillo 
  30. Carlos Ortega
  31. Diego Poveda
  32. Wuilson Giraldo
  33. Santiago Vallejo

ensayo


OS DARE PASRORES
TIPO DE DOCUMENTO: exhortación apostólica postsinodal de su santidad Juan Pablo II sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual.
NOMBRE DEL DOCUMENTO: “PASTORES DABO VOBIS” os daré pastores.
 PAPA Y FECHA: Juan Pablo II el 25 de marzo de 1992.
MOTIVOS:
ü  Asamblea general ordinaria del sino de los obispos dedicada a: “la formación de los sacerdotes en la situación actual”.
ü  Con los veinticinco años de la clausura del concilio vaticano II.
ü  Poner en práctica la doctrina conciliar sobre el tema y hacerla más actual e incisiva en las circunstancias actuales.
TITULOS:
v  Capítulo I: tomado de entre los hombres.
v  Capítulo II: me ha ungido y me ha enviado.
v  Capítulo III: el Espíritu del Señor esta sobre mí.
v  Capítulo IV: venid y lo veréis.
v  Capítulo V: instituyo doce para que estuvieran con él.
v  Capítulo VI: te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti.










INFORME DE LECTURA
“Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres y esta puesto a favor de los hombres a los que se refiere a Dios”. (Heb 5,1).
Con la carta a los hebreos el apóstol Pablo quiere significar que Dios llama siempre a sus sacerdotes desde determinados contextos humanos y eclesiales, que inevitablemente los caracterizan y a los cuales son enviados para el servicio del Evangelio de Cristo; ciertamente “hay una fisonomía esencial del sacerdote que no cambia: en efecto, el sacerdote de mañana, no menos que el de hoy, deberá semejarse a Cristo. Cuando vivía en la tierra, Jesús reflejo en sí mismo el rostro definitivo del presbítero, realizando un sacerdocio ministerial del que los apóstoles fueron los primeros investigados y que está determinado a durar a continuarse incesantemente en todos los periodos de la historia. El presbítero del tercer milenio será, en este sentido, el continuador de los presbíteros que, que en los milenios precedentes han animado la vida d la Iglesia.” En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en el (Lc 4,20) es éste el rostro de Cristo en el que deben fijarse los ojos de la fe y del amor de los cristianos. Precisamente a partir de esta contemplación y en relación con ella los padres sinodales han reflexionado sobre el problema de la formación de los sacerdotes en la situación actual. Tal problema sólo puede encontrar respuestas partiendo de una reflexión previa sobre la meta a la que están dirigidos el proceso formativo, es decir, el sacerdocio ministerial como participación en la Iglesia del sacerdocio mismo de Cristo.
Es en el misterio de la Iglesia, como misterio de comunicación trinitaria en tensión misionera, donde se manifiesta toda identidad cristiana, y por lo tanto también la identidad especifica del sacerdote y de su ministerio. En efecto, el presbítero, en virtud de la consagración que recibe con el sacramento del Orden, es enviado por el padre, por medio de Jesucristo, con el cual, como Cabeza y Pastor de su pueblo se configura de un modo especial para vivir y actuar con la fuerza del Espíritu Santo al servicio de la Iglesia y por la salvación del mundo. Por lo tanto, no se puede definir la naturaleza y la misión del sacerdocio ministerial si no es bajo este multiforme y rico conjunto de relaciones que brota de la Santísima trinidad y se prolongan en la comunión de la Iglesia, como signo e instrumento, en Cristo, de la unión con Dios y de la unidad de todo el género humano. Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismo, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y lo conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y pastor, y en su nombre.
Mediante la consagración sacramental, el sacerdote se configura con Jesucristo, en cuanto Cabeza y Pastor de la Iglesia, y recibe como don una “potestad espiritual”, que es participación de la autoridad con la cual Jesucristo, mediante su Espíritu, guía la Iglesia, gracias a esta consagración obrada por el Espíritu Santo en la efusión sacramental del orden, la vida espiritual del sacerdote queda caracterizada, plasmada y definida por aquellas actitudes y comportamientos que son propios de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia y que se compendian en su caridad pastoral. La caridad pastoral, que tiene su fuente especifica en el sacramento del Orden, encuentra su expresión plena y su alimento supremo en la Eucaristía: esta caridad pastoral dice el concilio fluye ciertamente, sobre todo, del sacrificio eucarístico, que es, por ello, centro y raíz de toda la vida del presbítero, de suerte que el alma sacerdotal se esfuerce en reproducir en sí misma lo que se hace en el ara sacrificial.
venid y lo veréis” (Jn 1,39) la dimensión vocacional es esencial y connatural en la pastoral de la Iglesia, la razón se encuentra en el hecho de que la vocación define, en cierto sentido, el ser profundo de la Iglesia su, incluso antes de su actuar. En el mismo vocablo de Iglesia se indica su fisonomía vocacional íntima, porque es verdaderamente convocatoria, esto es, asamblea de los llamados “Dios ha convocado la asamblea de aquellos que miran en la fe a Jesús, autor de la salvación y principio de unidad y de paz, y así ha constituido la Iglesia, para que sea para todos y para cada uno el sacramento visible de esta unidad salvifica”. La vocación de cada sacerdote presbítero existe en la Iglesia y para la Iglesia, y se realiza para ella, de ahí se sigue que todo presbítero recibe del Señor la vocación a través de la Iglesia como don gratuito, una gratia gratis data. El presbítero, llamado a ser imagen viva de Jesucristo Cabeza y Pastor de la Iglesia, debe procurar reflejar en sí mismo, en la medida de lo posible, aquella perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre y que se transparenta con singular eficacia, en sus actitudes hacia los demás, tal como nos lo presentan los evangelios. La misma formación humana, si viene desarrollada en el contexto de una antropología que abarca toda la verdad sobre el hombre, se abre y se completa en la formación espiritual, de esta exigencia religiosa fundamentalmente e irrenunciable arranca y se desarrolla el proceso educativo de una vida espiritual entendida como relación y comunión con Dios. Cada aspecto de la formación puede referirse a María como la persona humana que mejor que nadie ha correspondido a la vocación de Dios; que se ha hecho sirva y discípula de la Palabra hasta concebir en su corazón y en su carne al Verbo hecho hombre para darlo a la humanidad.       POR: LUIS JAVIER CLEMENTE MARTINEZ.


este año en el primer semestre de propedeutico  vivimos la consagración de la capilla san Jose para nosotros